La impresión 3D ha revolucionado la arquitectura y el patrimonio cultural en los últimos años.
El escaneado 3D y las impresoras 3D se han convertido en herramientas muy útiles para arquitectos y diseñadores, ya que permiten digitalizar todo tipo de obras para afrontar tareas de estudio, restauración e incluso compartir objetos que normalmente únicamente se pueden ver asistiendo a museos y emplazamientos concretos, brindando así nuevas formas de divulgar y acercar la historia a cualquier lugar del mundo.
A nivel arqueológico, la digitalización 3D en alta resolución de yacimientos, monumentos y otros objetos, nos permite estudiar y comprender la historia de nuestras culturas y antecesores. Además, todo aquel objeto arquitectónico o arqueológico que ha sido escaneado en 3D, podrá ser muy probablemente recuperado gracias a la fabricación aditiva.
Las técnicas utilizadas para digitalizar son muy variadas: Fotogrametría, láser de vuelo (LiDAR) o escaneado de luz estructurada son algunas de las más utilizadas.
El mundo del arte se beneficia enormemente de estas tecnologías. En museos como en París el Centro Pompidou o el Guggenheim de Bilbao han expuesto arte fabricada de manera digital más de una vez con muy buena expectación.
Nos encontramos ante una nueva forma de arte, que acompañada de la fabricación digital, permite a los artistas diseñar obras con formas que es imposible llevar a la realidad con otros métodos de fabricación.
Los artistas clásicos, artesanos que trabajan a mano, también se han beneficiado del escaneado 3D. De esta forma pueden reproducir a escala cualquiera de sus obras, sin perder el más mínimo detalle o fabricar una serie limitada. Además, con la digitalización 3D se aseguran la recuperación de sus obras en caso de extravío o rotura.